Ya he acabado de leer este libro y la verdad es que no puedo sino quitarme el sombrero ante semejante obra de arte.
La primera novela de Jonathan Safran Foer narra la búsqueda de sus raices por parte de un joven judío americano (el propio autor) en la Ucrania profunda, ayudado por su inepto traductor de inglés, Alex, un ucraniano que no tiene ni papa de la lengua de Shakespeare, su narcoléptico y gruñón abuelo y una perra psicópata llamada Sammy Davis Junior Junior.
Paraelelamente se narra el nacimiento de Trachimbrod, el pequeño pueblo judío del que es originaria la familia del protagonista, y su progresión en el tiempo da la mano de una serie de personajes semifantásticos hasta su destrucción a manos del ejército nazi.
La novela, en su nucleo al menos, es una novela sobre el Holocausto. Escrita en una prosa delirante, la obra se mueve en un vaivén entre la comedia más surrealista y absurda y la más desgarradora tragedia. Se alternan los pasajes en el tiempo, como un caleidoscopio que le sirve a Foer para tejer un entramado de eventos y personajes que acabará conduciendo a un punto común, a la iluminación, al terrible destino de los habitantes del shetl judío y al final de la búsqueda de los protagonistas.
La novela es magnífica, se lee que da gusto y tiene momentos verdaderamente divertidos. La prosa es magnífica, no recuerda a nada que uno haya leído, salvo quizá a Vonnegutt en las formas y a García Marquez en el fondo. De hecho, se podría decir que Trachimbrod es el Macondo de Europa del este.
Ahora voy a ver si consigo visionar la película que estrenaron hace poco, y en la que Elijah Wood hace de Foer. Veremos.
En fin, una novela que les recomiendo a todos, verdaderamente primordial.
Hala, hasta otra. Que los vientos os sean favorables.
17 junio 2006
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