Dicen que el mal prevalece cuando los hombres buenos dejan de actuar. Aunque deberían decir que el mal prevalece.
Llevaba tiempo esperando a poder ver El Señor de la Guerra, pero como el cine de Alcoy apesta a rancio y no se han dignado a ponerla a pesar de llevar anunciada un siglo, pues he tenido que echar mano del BitComet para poder disfrutarla plácidamente aunque sea en mi ordenador.
La película es soberbia, con uno de los mejores guiones que he visto en los últimos años. La historia trata de la vida de un traficante de armas, Yuri Orlov, y de como este crea un imperio a partir del mayor expolio de la historia del siglo XX, el que sufrieron los arsenales de europa del este justo tras la caída de la Unión Soviética. El destino de estas armas fue, en su práctica totalidad, África, donde los señores de la guerra pagaban auténticas fortunas por disponer de los medios necesarios para cometer sus genocidios.
El personaje de Orlov es atípico, un ser carente de moral (tal y como se concibe la moral aquí en occidente) y con una inteligencia aterradora, pero frágil y, al fin y al cabo, humano. Este hecho (situar al que en cualquier film convencional sería el malo como protagonista y eje de la historia) es lo que convierte a esta película independiante pero con presupuesto de superproducción en una obra digna de consideración.
Todos los actores están más que correctos, desde el hermano del protagonista Vitale Orlov (Jared Leto) hasta el incansable e incorruptible agente de la Interpol Jack Valentine (Ethan Hawke), pero es el propio Nicolas Cage el que se encarga de llevar el mayor peso interpretativo, consiguiendo sobradamente una perfecta caracterización de un personaje tan heterodoxo. Mención aparte merece Eamonn Walker, que da vida a un psicótico dictador africano que encuentra en Yuri al complemento perfecto para llevar a cabo sus planes de conquista.
En cuanto al apartado técnico, un diez. Desde la sorprendente secuencia de créditos de introducción hasta el plano final, se suceden toda una serie de escenas de inmejorable manufactura, que solo se pueden admirar bien viendo la película.
Los puntos negativos (que los tiene) son su excesivo metraje (algo que ya empieza a resultar frecuente) y que la acción decae bastante durante la parte central de la película, aunque para recuperarse poco después.
Si pueden ir a ver esta película, háganlo. Si no, esperen hasta que salga en alquiler o mejor aún, usen su conexión de banda ancha que para algo sirven tantos megas. No abundan las películas con mensaje, pero el de esta llega como un mazazo en la entrepierna.
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