Y en tan poco tiempo han pasado tantas cosas que parece que llevemos toda una vida metidos en esta "guerra contra el terror". Una guerra que no se puede ganar, por muchos frentes que mister O´Bush y su séquito de tocapelotas se empeñen en abrir por todo el mundo. Porque en cinco años han habido tres guerras (Afganistán, Irak, Líbano) que, irónicamente, no han hecho sino fortalezer aún más las redes del terrorismo internacional.
En cinco años, un dictador loco se ha hecho con la bomba atómica, Pakistán e India casi se lían a pepinazos nucleares (¿verdad que de eso no se acordaban?) y un régimen islámico ha empezado a enriquecer uranio mientras afirma que Israel debe ser borrado del mapa (sic).

Hoy el mundo está más polarizado de lo que estuvo en la Guerra Fría, si cabe. El Amo del mundo libre así lo dijo, el que no está conmigo está contra mí, quien conmigo no recoge, derrama. El Señor de los Ejércitos está con nosotros. Y cosas por el estilo.
Ala Akbar. God bless America. Esta guerra santa que es en realidad la guerra para hacerse con los últimos recursos del planeta no acabará bien. No se puede ganar. No se puede acabar, salvo que cada vez más actores entren en escena y al final, en un gran estruendo luminoso y sonoro, se baje el telón para siempre. O quizá no. Quizá, en nombre de la seguridad y el bienestar de todos se erija un poder basado en el miedo y la paranoia. Su vecino puede ser un terrorista. Antrax. Aviones que caen. Trenes que saltan por los aires. Nuestros enemigos urden malvados planes contra nuestra nación y contra la libertad en el mundo.
Han pasado cinco años.

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